métodos sísmicos
La Tomografía Sísmica Pasiva es una nueva técnica revolucionaria de exploración geofísica que utiliza la microsismicidad natural (microterremotos con magnitudes de 1 hasta 3.0ML) que tienen lugar en la corteza superior. Se diseña e instala una red de sismómetros (varios cientos) que se distribuye en la zona de interés en la superficie para registrar continuamente la sismicidad natural durante un período de unos meses.
En una primera fase, mediante un análisis basado en algoritmos de inteligencia artificial y machine learning se identifican y asocian los tiempos de llegada de las ondas P y S a las estaciones sísmicas. Se hace una primera localización para determinar los hipocentros y tiempos origen de los terremotos sucedidos durante la fase de registro.
En una segunda fase se generan modelos de velocidad sísmica (Vp y Vs) que pueden alcanzar varios kilómetros de profundidad. Esto permite calcular los principales módulos elásticos, así como modelos del factor de calidad Q de la zona de estudio.
Estos métodos de imagen tomográfica son particularmente atractivos, ya que no solo proporcionan información estructural (como los estudios de reflexión 3D convencionales) sino que también aportan información litológica, y lo hacen de una manera mucho más rentable en comparación con los costes de un estudio de sísmica de reflexión.
La Tomografía Sísmica Pasiva es adecuada para explorar regiones que presentan una topografía complicada o acceso limitado, o bien problemas de penetración sísmica (por ejemplo, estructuras salinas) y geometrías complicadas, como regiones de cinturón de pliegues y cabalgamientos. El método es económico, respetuoso con el medio ambiente y se puede aplicar para investigar regiones extensas o para el diseño óptimo de estudios geofísicos convencionales.