métodos
El georradar es actualmente una de las técnicas geofísicas superficiales más extendidas. Un georradar consta de una antena transmisora que emite pulsos cortos (generalmente polarizados) de ondas de radio a través del terreno. Cuando la onda encuentra un cambio en las propiedades electromagnéticas del medio de propagación se refleja hacia la superficie donde es detectada por una antena receptora (situada junto a la antena emisora).
Por su tipología, las antenas de georradar se clasifican en dos grupos: antenas aéreas y antenas de contacto. Las primeas se emplean en estudios de carreteras y ferrocarril donde es necesario circular a gran velocidad para no alterar el normal uso de la infraestructura y no dañar los equipos de lectura. Las segundas se emplean cuando es necesario alcanzar mayores profundidades de investigación y la adquisición se realiza a baja velocidad (a pie).
Existen dos tipos de sistemas: Sistemas tradicionales en el dominio del tiempo y sistemas en el dominio de frecuencia. Los equipos tradicionales operan en torno a una frecuencia electromagnética concreta que depende del tipo y modelo de la antena (desde 25 MHz a 4 GHz). Esto condiciona las aplicaciones en las que se pueden emplear cada tipo de antena (ya que varía la profundidad de investigación y la capacidad de resolución del equipo).
El georradar produce pseudo-imágenes del subsuelo o de la estructura bajo estudio denominados radargramas. Para obtener estas imágenes se requiere un procesamiento cuidadoso de los datos de campo y un profundo conocimiento acerca de la teoría de propagación de las ondas electromagnéticas y su interacción con el medio de propagación.
Actualmente se han desarrollado sistemas multicanal que permiten reducir notablemente los tiempos de adquisición, lo que permite auscultar grandes áreas con una densidad de datos muy elevada. En este sentido EVEREST GEOPHYSICS dispone del sistema de georradar tridimensional más avanzado del mercado.