Los perfiles sísmicos verticales son una de las herramientas más importantes en la exploración de hidrocarburos. Consiste en generar ondas sísmicas con una fuente potente (explosivos, un vibroseis o una masa acelerada) y registrar las vibraciones producidas en un array compuesto por un elevado número de geófonos (cientos o miles de canales). Las distancias entre la fuente y los geófonos suelen ser menor (proporcionalmente) a la sísmica de refracción. Por ello las trayectorias de las ondas sísmicas en su trayecto descendente y ascendente a través de una secuencia estratigráfica es casi vertical (lo que le da el nombre al método). 

La técnica de reflexión sísmica superficial es una adaptación a aplicaciones de ingeniería y medioambiente donde solo es necesario penetrar varias decenas de metros.  En superficie se genera un impulso de alta frecuencia, pero de corta duración. Las ondas sísmicas se propagan hacia abajo y se reflejan en horizontes acústicos del subsuelo (nivel freático, contactos litológicos o de facies, fallas, etc.) hacia la superficie. Allí, una serie de sensores (geófonos) registran las vibraciones, las cuales, mediante un complejo procesado de las señales permiten generar una pseudo-sección 2D del subsuelo que aporta información acerca de la geometría de las capas que componen el terreno.  

La técnica sísmica de reflexión somera presenta numerosas limitaciones, sobre todo porque los ecos de interés (energía reflejada) no son las únicas ondas presentes en los sismogramas. Además de las reflexiones, los datos de campo cuentan con la presencia de ondas superficiales, refracciones, onda aérea, etc. Para suprimir este tipo de ondas no deseadas se deben utilizar metodologías sofisticadas de adquisición y procesado. Muchas de estas metodologías dependen del área de ensayo y del objetivo. 

A pesar de todas las dificultades, el método es el más empleado en la exploración de hidrocarburos y por ello ha sido sometido a un desarrollo muy intenso en las últimas décadas.