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Un vertedero es una instalación de eliminación de residuos mediante su depósito subterráneo o en superficie. El vertedero controlado es una opción de eliminación de residuos totalmente diseñada que evita los efectos nocivos del vertido incontrolado de residuos. Los vertederos controlados son depósitos en los que existe una impermeabilización total del suelo, unos sistemas de canalización de lixiviados y tuberías que recogen el biogás que se forma en su interior (pudiendo realizar un aprovechamiento energético de este gas).
En los últimos años hay una creciente preocupación por el efecto de los vertederos en la salud pública, ya que el agua de lixiviación puede contaminar acuíferos próximos. Esta preocupación ha llevado a la transformación lenta pero progresiva de vertederos abiertos en vertederos controlados y sanitarios, un paso importante para proteger la salud pública y el medio ambiente.
Los estudios geofísicos se utilizan cada vez más en este tipo de proyectos, cartografiando las variaciones verticales y laterales del material de relleno. Los métodos geofísicos no invasivos que miden diferentes propiedades físicas, como la Tomografía Eléctrica (TME), la Polarización Inducida (PI) o el método electromagnético en el dominio de la frecuencia (FDEM) pueden responder a muchas de las incógnitas con las que se encuentran los técnicos y los gestores medioambientales.
Es habitual la utilización combinada de métodos geofísicos ya que permite caracterizar mejor las propiedades de rellenos, caracterizar el terreno sobre el que se sitúan y su entorno adyacente.